El memo del maratón del jefe de Goldman parte bien pero termina malL
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Lucy Kellaway
Por primera vez desde que comencé a interesarme en este tipo de cosas, un memorándum motivacional ha estado dando circulando en Internet no por malo, sino lo contrario.
Lo escribió Joseph Mauro, director de renta fija de Goldman Sachs en Londres, y fue enviado a los desmoralizados empleados jóvenes del banco con el propósito de evitar que se marchen a las nuevas empresas de Internet. “Toda persona joven en finanzas debería leerlo”, dijo efusivamente el titular de Business Week, que reprodujo el correo.
Superficialmente, al menos, tiene un par de cosas a su favor. “Basado en la cantidad de ustedes que se me acerca buscando un espacio en mi agenda o ir por un café... claramente hay ansiedad en todo el departamento”, comenzó.
Mauro evidentemente ha dominado la primera lección de cómo comunicarse con los jóvenes subalternos: cuando la moral es mala, hay que decirlo. La única pena es cómo lo dice. La abierta liviandad de las expresiones “se acerca” e “ir por” un café choca con la realidad de lo que es una discusión de carrera con un socio de Goldman.
Mauro entonces promete no ofrecer consejos: “Sé que ignorarán mis opiniones por sesgadas y desconectadas”. En eso tiene razón, así lo harán. Hasta aquí parecía que también había aprendido la lección número dos: los empleados jóvenes tienden a no creer ni estar de acuerdo con nada de lo que uno dice. Más tarde lo arruinará todo ofreciendo de todos modos sus opiniones.
Pero antes ofrece una crónica de los caminos equivocados que siguió en su propia carrera y repite los consejos sin valor que le dieron a lo largo de ese camino. En 2000, abandonó a Goldman después de sólo un año para afiliarse a una nueva empresa hasta que la burbuja del Internet reventó. Usando una serie de gráficos ilustra la estupidez del inoportuno momento (con la sugerencia de que abandonar Goldman ahora por una empresa nueva sería igualmente estúpido).
Esto muestra que ha aprendido la lección número tres: los jóvenes están aburridos de las palabras. Un correo electrónico compuesto mayormente de pantallazos de Bloomberg tiene más probabilidad de ser absorbido que caducas palabras de texto.
Entonces repite el consejo de un corredor de bolsa que dijo que los boletos de temporada del Fulham eran una apuesta más segura que los del Chelsea, y que Citi era más seguro que Goldman. “Ahora trabaja en ventas”, dijo irónicamente. Esta es la lección cuatro: para poner al público de su lado, es mejor burlarse de un tercero. Es un truco bajo pero siempre funciona; lo sé porque ha sido la base de mi carrera.
El único consejo que Mauro ha seguido vino del fundador de una nueva empresa de Internet que en 2000 le dijo: “Este negocio es un maratón. Estás de vuelta en la partida. Empieza a correr”.
Este es el mismo consejo que ahora le pasa a sus asociados: “Sigan corriendo”. Y termina diciendo: “Esto les dará algún contexto... cada cierto tiempo recibirán de mi una sola línea que simplemente preguntará: ‘¿En qué milla estás?’”
Al leer esto yo me pregunté: ¿en qué planeta está él? La respuesta es en el planeta Goldman, donde todas las metáforas son masculinas y deportivas y sobre resistencia. Y donde —pese a su afirmación de que nada será regalado desde arriba— se ofrecen consejos superficiales con la indulgente expectativa que serán seguidos.
Si yo fuera un joven banquero de Goldman quedaría indiferente y desconcertado por el llamado a seguir corriendo. ¿A qué velocidad debo correr? ¿En qué dirección? ¿Está permitido descansar de vez en cuando y tomar un poco de agua? ¿Por cuánto tiempo tengo que seguir? ¿Por qué tengo que correr un maratón en primer lugar?
Asumo que Mauro intentaba decir que se trata de un juego de largo aliento. Los mercados suben y bajan. La moral sube y baja. Las burbujas se inflan y revientan. Las cosas que afectan una decisión ahora no duran. Todo eso es verdad. Y es lo mismo que yo les digo a veces a mis hijos al empezar sus carreras, pero no me hacen caso. No porque haya olvidado sazonar mi mensaje con capturas de pantallas Bloomberg, sino porque, si uno tiene veintitantos años no hay ninguna ventaja en jugar un juego largo, y muchas en jugar uno corto. Una carrera satisfactoria no es un maratón sino una serie de carreras de velocidad.
Pero ésta no es la principal razón por la cual el memorándum de Mauro es irredimible. Su mayor problema es que rompe la regla más importante de todas: hay una relación inversa entre el número de personas a quienes se dirige un correo y su poder motivacional. Cuando se dirige a una audiencia masiva, el poder de un memorándum siempre será cero.
Mi consejo para el jefe de Goldman es el siguiente. Olvide los correos electrónicos. Comuníquese individualmente con cualquier asociado que desee conservar e invítelo a tomese un café. Dígales que es brillante. Ofrézcale más dinero. Entonces lo animará a seguir corriendo; pero sólo durante el tiempo que a él le convenga hacerlo.